PROYECCIÓN SIN TAPUJOS

Por Juan José Sánchez García

Dicen que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Y el SUTESUAEM anda estrenando siete colores de planillas como si fueran vestidos de gala, pero en el fondo, los hilos los siguen jalando los mismos de siempre. Sí, esos personajes que se creen eternos en el poder y que ven el sindicato como si fuera su caja chica y su bastión político.

No nos hagamos bolas: el sindicato carga con ocho años sin abrir plazas, con trabajadores desconfiados y con una dirigencia que se despide más endeudada que borracho de cantina. Pedro Rodríguez Magayanez se va, pero no se va solo; detrás siguen asomando los exrectores Olvera, Barrera, Martínez Vilchis y la famosa Eréndira Fierro, que se resisten a soltar el hueso. Y claro, como buen titiritero, el ex vicerrector Bernardo Almaraz mueve los hilos tras bambalinas, demostrando que “quien fue cabrón no deja de serlo”.

Lo gracioso —si es que tiene algo de gracioso— es que de siete planillas, cinco nacieron del propio comité. O sea, los mismos perros con distinto collar. Y mientras los trabajadores esperan respuestas, todo el comité anda en campaña, como si fueran estrellas de reality show. ¿Resolver problemas laborales? Eso lo dejan para después, que ahorita lo urgente es salvar el pellejo político.

Y claro, ahora todos se cuelgan del discurso de moda: “es tiempo de mujeres”. Ahí está la Planilla Salmón, con Luz María García Molina, que sí trae apoyo y presencia, pero no hay que olvidar que también viene del mismo entramado. Igual que la Púrpura. En pocas palabras: el menú cambia de color, pero el sazón es el mismo.

Lo que está en juego no es quién gana la rifa del tigre, sino si de verdad habrá un sindicato que represente a los trabajadores o si seguiremos viendo las mismas prácticas de apagones en el conteo, acuerdos en lo oscurito y liderazgos reciclados que ya deberían estar en el museo de lo obsoleto.

La bronca es sencilla: o el SUTESUAEM se sacude la costra de la simulación, o seguirá siendo el sindicato que cambia de nombre, pero nunca de vicios. Y como dice el dicho: “si el río suena, es porque agua lleva”… y aquí el agua huele a estancada.